
Cuando el semáforo da verde, el automóvil italiano acelera a fondo con toda la potencia que le entregan las centenas de caballos de fuerza que hay dentro, mientras el Escarabajo parte lentamente con el único afán de llegar a su destino; ni siquiera importa que para eso no se pueda superar los 100 kilómetros por hora.
¿Cuál es la diferencia entre ambos? Notable. Para tener un Ferrari en Chile, hay que desembolsar al menos 150 millones de pesos y esperar unos tres meses para que la joyita llegue al país. Un Escarabajo ochentero se puede encontrar con una facilidad que sorprende, en las paginas de los clasificados de El Mercurio por una cifra no mayor a los dos millones de pesos.
Con la educación sucede algo similar. Para ser médico en Chile, hay que desembolsar anualmente la “módica” suma de $ 3.500.000. Esto por lo bajo, pues en algunas Universidades el valor anual llega casi a los 5 millones. Multiplicado por al menos siete que son los años que dura la carrera, da una cifra de casi 25 millones de pesos sólo para costear los gastos por arancel. Claro está que el estudiante de medicina requerirá también de decenas o centenares de libros (muy caros en Chile, por cierto) más los implementos acorde a su carrera. Eso sin contar que para poder acceder a una carrera de ese tipo, se requiere tener una sólida base secundaria, algo que está hecho sólo para quienes pudieron acceder a un colegio de excelencia académica que por lo general bordean los 150 mil pesos mensuales de matrícula.
¿Qué opción tienen entonces aquellas jóvenes que estudian en colegios municipales? La matrícula en un colegio municipal de Santiago, cuesta $ 3.500 anual. Así es. $ 350 mensuales por estudiar en un colegio público. Muchas familias deben elegir esta opción para sus hijos ya que no hay otra alternativa al alcance del bolsillo. ¿La solución perfecta? Para algunos sí, para otros es conformarse con una educación mediocre o mala, en pésimas condiciones y con profesores sin mayores motivaciones para perfeccionarse o ayudar a sus alumnos a surgir. ¿Las opciones para el futuro de estos estudiantes? Apostar por una dosis de suerte para tratar de encontrar algún buen trabajo apenas egresen de la secundaria y para sus familias, rezar porque sus hijos no caigan en vicios como drogas o alcoholismo, o talvez en la misma delincuencia.
La diferencia entre el Ferrari y el Escarabajo es enorme. La diferencia entre el estudiante acomodado que tiene una familia bien constituida y un respaldo económico sólido, ante aquel que no tiene los medios para solventar su educación es algo mayor aun. Porque además es de alguna forma inmoral.
Tener la posibilidad de ser médico o elegir una profesión con buenas perspectivas económicas y futuro es algo que una sociedad debiera asegurar a todos sus ciudadanos. Las posibilidades debieran ser justas e igualitarias en una sociedad democrática, más aun en el presente siglo. No se trata de proyectar una idea comunista, sino que de abrir las posibilidades para aquellos que no las tienen. En un mundo que busca el progreso y el desarrollo, partir por la educación será algo clave.