lunes, 7 de julio de 2008

El conflicto real

Creámoslo o no, hay personas que pensaron y aun piensan que el conflicto generado por lo estudiantes a lo largo de los años, no es más que un afán por generar ruido y mantener vigentes ciertas aspiraciones con tintes socialistas. La verdad es que el asunto estudiantil en Chile va mucho más allá. Como ya fue analizado, las manifestaciones de los estudiantes chilenos, no es una cosa novedosa. La novedad radica en la metodología que han ido utilizando a través de los años, para exponer sus problemáticas frente a la sociedad, plantear soluciones –a veces concretas, a veces no mucho-, y mantener vigente lo que ellos creen que son demandas propias de una sociedad en busca de la igualdad.

En el caso de la educación, exista cierta claridad con respecto al hecho de que es ahí donde se comienzan a marcar las diferencias que establecerá más tarde la sociedad, en términos de ingresos, de estatus y de posibilidades de desarrollo. En países como Chile y la mayoría de los latinoamericanos, el asunto educacional es algo que no conviene discutir mucho al parecer. Las clases acomodadas se han aprovechado a lo largo de los años de la mala educación existente en nuestros países, sin el mayor interés por mejorar dicha situación. ¿Qué pasa? Claro, una mejor educación y mejor calidad educacional, hace que más personas sean “personas pensantes” lo que a la larga provocaría un enorme conflicto social, ya que unos querrían obtener beneficios en base a la igualdad que entregaría la educación, mientras otros (las clases acomodadas), no querrían entregar los beneficios exclusivos que han gozado a lo largo de sus vidas.

En este caso, podríamos estar ante el nacimiento de una nueva forma de ideología que estaría asociada a un nuevo grupo dotado de poder y de influencia, en este caso un grupo de personas con buena educación.

En países europeos y principalmente asiáticos, los gobiernos han dado hace muchos años con lo que parece ser la única forma de progresar. Ante la carencia de recursos naturales y materias primas, o ante la posibilidad cierta de que estas se extingan con los años, los gobiernos han invertido enormes recursos en sacar partido a lo que va a ser el siguiente capital: el capital humano. Y se ha fomentado a partir de las bases educacionales, entregando a los jóvenes los más altos niveles de educación, muchas veces a costa de sacrificios propios (con largas horas de estudio en Corea, China y Japón, por ejemplo) y en otras ocasiones a través de la planificación estatal (el caso de la política del hijo único en China).

Esta situación es analizada por Andrés Oppenheimer en su texto “Cuentos Chinos” donde analiza descarnadamente la situación educacional en Latinoamérica, desde México hacia el sur, dejando en claro las múltiples falencias que tienen los sistemas educativos que tienen los países de esta parte del planeta.

Oppenheimer cuestiona fuertemente el hecho de que en la mayoría de los países de Latinoamérica se subvencione a los estudiantes de las universidades en circunstancias que la mayoría de ellos proviene de familias acomodadas y que están en condiciones de costear un arancel, mientras que sólo un pequeño porcentaje de los matriculados en las universidades corresponde a los sectores más pobres de la población.

Situaciones como la explicada ahí, son algunas de las cuales terminan siendo causales de manifestación –al menos en Chile- donde se da claramente la situación de que sólo aquellos que tienen medios pueden acceder a una buena calidad educacional, a buenos puestos de trabajos y por ende a un mejor y más promisorio futuro.

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