lunes, 7 de julio de 2008

El Origen

En Chile, las movilizaciones estudiantiles no son un fenómeno reciente y si es necesario ir hacia atrás para contextualizar la situación, podemos mirar como referente a la movilización de mayo de 1968 protagonizada por estudiantes universitarios, principalmente de la Universidad Católica.

Sin embargo, en los años de gobierno militar, el movimiento no fue tan relevante y dejó de ser un referente como lo había sido a fines de los años sesenta.

Con el retorno de la democracia, estos movimientos estudiantiles –secundarios y universitarios- volvieron paulatinamente a la acción, principalmente para reclamar por mejoras y beneficios para su educación en temas como el pase escolar, el precio del pasaje y la calidad de la reforma educacional implantada por los gobiernos de la Concertación desde mediados de los noventa.

Sin embargo, no sería hasta el año 2006 cuando se generaría una verdadera conmoción social, producto del movimiento estudiantil en Chile.

Esta movilización estudiantil corresponde a una serie de manifestaciones realizadas por los estudiantes entre abril y junio de 2006 y que se hizo conocida nacional e internacionalmente como la Revolución de los pingüinos en alusión al uniforme escolar utilizado por los secundarios.

El día 30 de mayo de ese año, en una jornada de paro nacional, se estima que entre 600 mil y un millón de estudiantes se adhirieron a la paralización, siendo hasta el momento la mayor manifestación estudiantil en la historia de Chile.

Estas movilizaciones abarcan diversas peticiones planteadas por los estudiantes, entre las que destacan:

El poder del movimiento fue tal, que fue necesario que la presidenta Michelle Bachelet se dirigiera al país para presentar medidas que mejorarían la calidad de la educación en nuestro país. Sin embargo, éstas no fueron totalmente aceptadas por los estudiantes, quienes convocaron a nuevas movilizaciones durante los primeros días de junio de 2006. Pese al alto impacto que habían logrado con sus intereses reformistas en pro de la calidad de la educación, la nueva convocatoria no tuvo tan alta adhesión y luego el movimiento comenzó a perder fuerza paulatinamente. De aquí mismo se puede desprender el hecho de que “exista una actitud negativa ante el efecto de los medios”, como lo describe Wolfgang Bergsdorf en “Globalización, democracia y medios de comunicación”. Lo mismo sucedería en los años posteriores donde los referentes de los “pingüinos” comenzaron a desaparecer y la gran organización a desmoronarse.

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