lunes, 7 de julio de 2008

Educación: ¿Un lujo o un derecho?

En la esquina de Manquehue con Apoquindo el semáforo da luz roja; en la pista izquierda un flamante Ferrari 360 Modena, rojo, brillante y con su motor cubierto por un panel de cristal. El ruido que emite da cuenta de la potencia que eroga, y el sólo imaginar el valor de dicho automóvil da un poco de miedo el simple hecho de acercarse a él. En la pista de la derecha, un pequeño Volkswagen Esacarabajo de un color amarillo pálido, probablemente de los años ochenta y que con su pequeño motor de 1.600 centímetros cúbicos no cuesta ni una centésima parte de lo que cuesta el Ferrari de al lado.

Cuando el semáforo da verde, el automóvil italiano acelera a fondo con toda la potencia que le entregan las centenas de caballos de fuerza que hay dentro, mientras el Escarabajo parte lentamente con el único afán de llegar a su destino; ni siquiera importa que para eso no se pueda superar los 100 kilómetros por hora.

¿Cuál es la diferencia entre ambos? Notable. Para tener un Ferrari en Chile, hay que desembolsar al menos 150 millones de pesos y esperar unos tres meses para que la joyita llegue al país. Un Escarabajo ochentero se puede encontrar con una facilidad que sorprende, en las paginas de los clasificados de El Mercurio por una cifra no mayor a los dos millones de pesos.

Con la educación sucede algo similar. Para ser médico en Chile, hay que desembolsar anualmente la “módica” suma de $ 3.500.000. Esto por lo bajo, pues en algunas Universidades el valor anual llega casi a los 5 millones. Multiplicado por al menos siete que son los años que dura la carrera, da una cifra de casi 25 millones de pesos sólo para costear los gastos por arancel. Claro está que el estudiante de medicina requerirá también de decenas o centenares de libros (muy caros en Chile, por cierto) más los implementos acorde a su carrera. Eso sin contar que para poder acceder a una carrera de ese tipo, se requiere tener una sólida base secundaria, algo que está hecho sólo para quienes pudieron acceder a un colegio de excelencia académica que por lo general bordean los 150 mil pesos mensuales de matrícula.

¿Qué opción tienen entonces aquellas jóvenes que estudian en colegios municipales? La matrícula en un colegio municipal de Santiago, cuesta $ 3.500 anual. Así es. $ 350 mensuales por estudiar en un colegio público. Muchas familias deben elegir esta opción para sus hijos ya que no hay otra alternativa al alcance del bolsillo. ¿La solución perfecta? Para algunos sí, para otros es conformarse con una educación mediocre o mala, en pésimas condiciones y con profesores sin mayores motivaciones para perfeccionarse o ayudar a sus alumnos a surgir. ¿Las opciones para el futuro de estos estudiantes? Apostar por una dosis de suerte para tratar de encontrar algún buen trabajo apenas egresen de la secundaria y para sus familias, rezar porque sus hijos no caigan en vicios como drogas o alcoholismo, o talvez en la misma delincuencia.

La diferencia entre el Ferrari y el Escarabajo es enorme. La diferencia entre el estudiante acomodado que tiene una familia bien constituida y un respaldo económico sólido, ante aquel que no tiene los medios para solventar su educación es algo mayor aun. Porque además es de alguna forma inmoral.

Tener la posibilidad de ser médico o elegir una profesión con buenas perspectivas económicas y futuro es algo que una sociedad debiera asegurar a todos sus ciudadanos. Las posibilidades debieran ser justas e igualitarias en una sociedad democrática, más aun en el presente siglo. No se trata de proyectar una idea comunista, sino que de abrir las posibilidades para aquellos que no las tienen. En un mundo que busca el progreso y el desarrollo, partir por la educación será algo clave.

Medios de comunicación y las manifestaciones

Los estudiantes utilizaron diversas formas para mantenerse organizados y cohesionados durante los dias de protesta. Lo mismo han seguido haciendo hasta la actualidad pero sin lograr el grado de organización que tuvieron durante el 2006. En aquellas movilizaciones florecieron los medios tecnológicos disponibles para los jóvenes de esta generación, y asi fue como celulares, notebooks, blackberry y otros aparatos sirvieron para darle vida, organización y forma a la revolución. Uno de los principales medios utilizados fueron los fotologs, donde se publicaba toda la información que salía de las asambleas y reuniones estudiantiles. De ahi, se pueden recoger fotografías que demuestran el poder y el impacto que tuvieron las protestas estudiantiles.




Fotografías extraídas del fotolog del Instituto Nacional
http://www.fotolog.com/institutanos

El conflicto real

Creámoslo o no, hay personas que pensaron y aun piensan que el conflicto generado por lo estudiantes a lo largo de los años, no es más que un afán por generar ruido y mantener vigentes ciertas aspiraciones con tintes socialistas. La verdad es que el asunto estudiantil en Chile va mucho más allá. Como ya fue analizado, las manifestaciones de los estudiantes chilenos, no es una cosa novedosa. La novedad radica en la metodología que han ido utilizando a través de los años, para exponer sus problemáticas frente a la sociedad, plantear soluciones –a veces concretas, a veces no mucho-, y mantener vigente lo que ellos creen que son demandas propias de una sociedad en busca de la igualdad.

En el caso de la educación, exista cierta claridad con respecto al hecho de que es ahí donde se comienzan a marcar las diferencias que establecerá más tarde la sociedad, en términos de ingresos, de estatus y de posibilidades de desarrollo. En países como Chile y la mayoría de los latinoamericanos, el asunto educacional es algo que no conviene discutir mucho al parecer. Las clases acomodadas se han aprovechado a lo largo de los años de la mala educación existente en nuestros países, sin el mayor interés por mejorar dicha situación. ¿Qué pasa? Claro, una mejor educación y mejor calidad educacional, hace que más personas sean “personas pensantes” lo que a la larga provocaría un enorme conflicto social, ya que unos querrían obtener beneficios en base a la igualdad que entregaría la educación, mientras otros (las clases acomodadas), no querrían entregar los beneficios exclusivos que han gozado a lo largo de sus vidas.

En este caso, podríamos estar ante el nacimiento de una nueva forma de ideología que estaría asociada a un nuevo grupo dotado de poder y de influencia, en este caso un grupo de personas con buena educación.

En países europeos y principalmente asiáticos, los gobiernos han dado hace muchos años con lo que parece ser la única forma de progresar. Ante la carencia de recursos naturales y materias primas, o ante la posibilidad cierta de que estas se extingan con los años, los gobiernos han invertido enormes recursos en sacar partido a lo que va a ser el siguiente capital: el capital humano. Y se ha fomentado a partir de las bases educacionales, entregando a los jóvenes los más altos niveles de educación, muchas veces a costa de sacrificios propios (con largas horas de estudio en Corea, China y Japón, por ejemplo) y en otras ocasiones a través de la planificación estatal (el caso de la política del hijo único en China).

Esta situación es analizada por Andrés Oppenheimer en su texto “Cuentos Chinos” donde analiza descarnadamente la situación educacional en Latinoamérica, desde México hacia el sur, dejando en claro las múltiples falencias que tienen los sistemas educativos que tienen los países de esta parte del planeta.

Oppenheimer cuestiona fuertemente el hecho de que en la mayoría de los países de Latinoamérica se subvencione a los estudiantes de las universidades en circunstancias que la mayoría de ellos proviene de familias acomodadas y que están en condiciones de costear un arancel, mientras que sólo un pequeño porcentaje de los matriculados en las universidades corresponde a los sectores más pobres de la población.

Situaciones como la explicada ahí, son algunas de las cuales terminan siendo causales de manifestación –al menos en Chile- donde se da claramente la situación de que sólo aquellos que tienen medios pueden acceder a una buena calidad educacional, a buenos puestos de trabajos y por ende a un mejor y más promisorio futuro.

Revolución pingüina



Perspectiva fotográfica realizada acerca de la revolución estudiantil chilena. En ella se aprecia cómo los estudiantes son elevados a la calidad de figuras heroicas. Como analizaba Karl Deustch, las sociedades necesitan la presencia de figuras heroicas. En este caso fueron los estudiantes secundarios que fueron vistos por el país como "la próxima generación de polítocos que realizaría cambios sustanciales". Dicha situación no es posible de verificar hasta hoy, pues será visible recién en algunos años más.

La marcha de los pingüinos

Durante el año 2006, el movimiento estudiantil en Chile fue tan poderoso que incluso llegó a ser reconocido a nivel internacional. Sus líderes, muy bien dotados a la hora de desplegarse comunicacionalmente ante la sociedad, fueron personajes reconocidos públicamente y referentes que se mantienen hasta la actualidad.

Fue precisamente gracias a este liderazgo organizado y de cierta forma centralizado, que los pingüinos consiguieron que la movilización durante ese año fuera catalogada como un éxito para sus pretensiones y pusiera en jaque al gobierno de la recién asumida Michelle Bachelet. Como lo explica Jacques Gerstle en “Comunicación y Política”, este tipo de crisis llaman la atención de los medios, por lo que se constituyen temporalmente en el objeto privilegiado de la acción de los gobiernos”. Y precisamente durante esos días del otoño de 2006, el principal objeto de preocupación del gobierno chileno, eran los estudiantes que comenzaban a desestabilizar al gobierno, llevando incluso a la caida de los ministros de educación –Martín Zilic- e Interior –Andrés Zaldivar-.

Y pese a que un entramado partidario, rodeaba a los estudiantes, ellos se mantuvieron siempre alejados de las intenciones partidarias poniendo como primera importancia y prioridad, el porvenir del grupo estudiantil.

Dentro de estos líderes que marcaron dicha protesta, podemos encontrar a los siguientes que fueron quienes se llevaron el peso de la responsabilidad y organización de la masa estudiantil:

César Valenzuela

María Jesús Sanhueza


Germán Westhoff


Karina Delfino

Julio Isamit

Pinguinos en acción




Recuento noticioso hecho por TVN sobre las movilizaciones del año 2006. Claramente se demuestra la forma en como los medios de comunicación permiten y abren la posibilidad de que distintos hechos sean vistos por la sociedad de distinta manera. En este caso, las protestas estudiantiles que en algún momento del año 2006 fueron apoyadas por una parte importante de los chilenos, con el paso del tiempo volvieron a ser repudiadas y vistas como una forma de eludir clases de los estudiantes. La situación actual no ha vuelto a ser considerada "revolucionadora" como lo fue en aquel año, pese a que las demandas y protestas estudiantiles no han dejado de aparecer cada cierto tiempo.

El Origen

En Chile, las movilizaciones estudiantiles no son un fenómeno reciente y si es necesario ir hacia atrás para contextualizar la situación, podemos mirar como referente a la movilización de mayo de 1968 protagonizada por estudiantes universitarios, principalmente de la Universidad Católica.

Sin embargo, en los años de gobierno militar, el movimiento no fue tan relevante y dejó de ser un referente como lo había sido a fines de los años sesenta.

Con el retorno de la democracia, estos movimientos estudiantiles –secundarios y universitarios- volvieron paulatinamente a la acción, principalmente para reclamar por mejoras y beneficios para su educación en temas como el pase escolar, el precio del pasaje y la calidad de la reforma educacional implantada por los gobiernos de la Concertación desde mediados de los noventa.

Sin embargo, no sería hasta el año 2006 cuando se generaría una verdadera conmoción social, producto del movimiento estudiantil en Chile.

Esta movilización estudiantil corresponde a una serie de manifestaciones realizadas por los estudiantes entre abril y junio de 2006 y que se hizo conocida nacional e internacionalmente como la Revolución de los pingüinos en alusión al uniforme escolar utilizado por los secundarios.

El día 30 de mayo de ese año, en una jornada de paro nacional, se estima que entre 600 mil y un millón de estudiantes se adhirieron a la paralización, siendo hasta el momento la mayor manifestación estudiantil en la historia de Chile.

Estas movilizaciones abarcan diversas peticiones planteadas por los estudiantes, entre las que destacan:

El poder del movimiento fue tal, que fue necesario que la presidenta Michelle Bachelet se dirigiera al país para presentar medidas que mejorarían la calidad de la educación en nuestro país. Sin embargo, éstas no fueron totalmente aceptadas por los estudiantes, quienes convocaron a nuevas movilizaciones durante los primeros días de junio de 2006. Pese al alto impacto que habían logrado con sus intereses reformistas en pro de la calidad de la educación, la nueva convocatoria no tuvo tan alta adhesión y luego el movimiento comenzó a perder fuerza paulatinamente. De aquí mismo se puede desprender el hecho de que “exista una actitud negativa ante el efecto de los medios”, como lo describe Wolfgang Bergsdorf en “Globalización, democracia y medios de comunicación”. Lo mismo sucedería en los años posteriores donde los referentes de los “pingüinos” comenzaron a desaparecer y la gran organización a desmoronarse.